viernes, 21 de septiembre de 2012

FOTOGRAFO

También es hoy el día del fotógrafo. Arriba mi padre en el Palazzo Raggio el día de mi casamiento en 2006.
Flor de Mburucuyá, Corrientes, 1995.

Hay algo que quiero recordar del día de ayer. Celebré toda la situación, en cuanto a poder ponerme de pie sin más inconveniente que la falta de costumbre, que disimuló los golpes recibidos. Celebré que la rehabilitación consista en recuperar paulatinamente los movimientos habituales. Y lo que más celebré, fue verla a Roma, a quien me aparecí en la sala de la casa y primero se petrificó, luego se rió de alegría y en seguida vino a tocarme. Cuando me senté, estuvo 10 minutos besándome el brazo desde el codo hasta la mano, riendo y bailando en torno a él.

Hoy, otra vez rió, y se me abrazaba a mi pierna, me besaba y me acariciaba. Eso fue impagable, hasta que en un momento me miró con su risita complaciente y dijo: "É gande papá".

jueves, 20 de septiembre de 2012

¡PRIMA VERA!


Mañana es 21 de septiembre, inicio del esplendor, lo que significa primavera. Amanecerá despejado, y aunque no hará calor, el sol calentará los espíritus de la estudiantina que deambulará por los bosques, parques y plazas de la ciudad.
Primavera de Arcimboldo 1573.

Hoy, hay algo nuevo que contar. Es la primera verdad, luego de tanto reposo. Estuve en el médico traumatólogo y vio las placas que tenían buena pinta, pero era preciso que las viera quien entiende. - Valió la pena esperar 2 meses. Se ve muy bien. -dijo. Me hizo parar, caminar unos pasos, y me senté en una silla unos minutos. Se sintió que tiraban unos musculitos, cosas raras, nuevas en la espalda, pero nada llegaba al dolor, solo pequeñas molestias. La primera vez en 60 días, después de hablar con los que saben y sacar conclusiones, fue mucho menos traumático de lo pensado. Parecía que acababa de despertarme y estaba medio dormido aún cuando me movía. O que me levantaba con un bruto golpe después de un partido de fútbol. Por supuesto que queda un largo camino por delante. El próximo mes puedo deambular por mi casa, sentarme a comer, pero luego volver a seguir mejorando bajo el cuidado de la naturaleza que se ocupa de mi cuerpo. Pasado el mes, podré, si todo sigue según los pronósticos ayudados con la cautela que aprendí a tener, realizar una vida normal, siempre con los cuidados lejos de los exabruptos. A partir del cuarto mes podré volver a nadar. Pero, al parecer, ninguna rehabilitación especial, sino una recuperación paulatina de mis hábitos. ¡qué lejos que estábamos! ¡qué cerca estuvimos! Ya se siente el calorcito, ya vuelve el esplendor.
Mono capuccino, Amazonia, 1997.
León, Swazilandia, 2004.

domingo, 9 de septiembre de 2012

MIRADAS TRANSVERSALES

Hola amigoa, gracias por acompañarme hasta aquí. Me quedan 12 días de cama, y luego hay que rezar para que pueda empezar una rehabilitación normal. Se hacen largas estas últimas dos semanas, de espera, que sé que podría moverme pero debo seguir inmóvil, que veo a Roma, resignada a no pedirme "upita", y peor yo a no hacérsela. En un punto venia bastante bien, con buena tonicidad, pero se ve que el cuerpo, luego de período se entrega, y me manda a remontarla del fondo. Igual estoy mejor, siento la columna bastante firme, aunque el colchón de aire se me clava, como la cama del faquir, en los músculos de la espalda que parecen churrascos de milanesa aplastados por el martillo de cocina. Habrá mucho que trabajar por delante, pero al menos ya no habrá miradas transversales: ustedes parado y yo acostado.

Enseñanza y moraleja no tengo para dejarles, quizás ustedes saquen las suyas. Pudo haberse evitado, tuve oportunidad de hacerlo también, por supuesto que nada fue consciente. Por lo tanto, menos hay consejos. A la vez es inútil recibirlos ahora, tarde, ni ayudan los consuelos. Solo mirar para adelante, con la mente fija en el presente que armará el futuro. Tengo una nueva oportunidad. Nunca creí necesitarla, con la que me dieron mis padres al nacer me sentí dichoso. Pero por los designios de la naturaleza, a la que pertenezco, que me protegió y me cura ahora, estoy aquí. Mientras nos visita Sri Sri Ravi Shankar, se me ocurrió ¡el karma!. Si tal, vez, pero si le causé un mal a algún energúmeno, este debía estar hace rato en el infierno. Nunca odié a nadie, algo mi madre dice sobre mi cada tanto. Pero sí seguro, hay cosas que dejé de hacer. Estaré atento a eso.

Soy feliz, tengo mi hija (¡hermosa!), podría escribir un libro (con estas páginas, aunque no es la intención), y en lugar de cortar un árbol debería plantarlo (aunque ya planté más de un árbol). Pero sigo mi ruta, que ahora es ésta, que en algún momento volverá a ser luminosa como antes. Mientras, ya nado en el rojo carmesí de mis entrañas en busca de esa luz, de ese susurro de vida, que será viento, mar, y risas de Roma. Un abrazo fuerte a todos, gracias de verdad por estar ahí, y por comprender y respetar, y especialmente por los buenos sentimientos que me ayudan a sanar. Cézaro De Luca
Mongolia 2008.

sábado, 8 de septiembre de 2012

MARINA, ¡MARINA!

Mitrovica, Kosova 2000. Pero quizás fue esta, la más importante de las últimas. En el 2000, entramos a Kosova con Marina. Lo peor había pasado en la región de los Balkanes, por una década, pero serbios y albaneses se disputaban este territorio, y ciudades como Mitrovica (léase Mitrovizza) quedaban partidas en dos, por un río, una calle o la presencia de los cascos azules. Por la ruta se veían casas semidestruídas, a las que le habían plantado la bandera albanesa, roja con su águila negra, emblema de la conquista Mitrovica estaba custodiada por franceses, pero nosotros fuimos con cascos azules argentinos. Logramos que nos dejaran un rato solos para tener testimonios más frescos. "No se ve peligro", arguí. Por la noche solían escucharse disparos que iban de edificio a edificio, y algún francotirador aburrido tirando a algún trasnochado, o quizás enemigo. La topografía en los Balkanes es muy irregular, así que entramos en una suerte de plaza, en la que había un gran almaccén. Allí había un hombre grandote, bien puesto, que parecía ser el dueño de la cuadra. Marina se quedó hablando con su hija que sabía inglés, y yo me fui a ver unos tipos que jugaban billar en la calle, mientras tomaban cerveza. Con el primer scatto ya me pidieron el pasaporte. Eran varios, hacía calor, y si no eran amigable, tampoco se veía una gran foto que ameritara trabajar. - Hvala liepa, nasvidenje. _(muchas gracias, hasta luego), dije en mi primitivo esloveno. Pero un viento feroz, me trajo otro pedido, al darme vuelta. "¡Passport!" Será cuestión de mostrar, total es argentino y seguir viaje. Lo abri del otro lado de la mesa de billar. pero no bastó. Con la mano gordota, y panza de levantador de pesas, me llamó, mientras el resto se cercaba sobre mi, lentamente. Vamos por las buenas. Tomé por arriba el pasaporte, fuerte y lo puse delante de su cara. Transpiraba, él. Yo no sé. - Jaz sem argentinec. - (soy argentino). Pero el tipo quería tenerlo en sus manos. Es suficiente, me dije, media vuelta y antes que el cerco se pusiera durao pasé del otro lado de la mesa. Murmullos y señas, e instantáneamente varios brazos se me interpusieorn. Pasaporte extranjero (útil para salir de estas zonas), una cámara al hombro y otra al cuello, completaban el cuadro que podría convertirse en dinero o herramientas distractivas para estos serbios. Intenté seguir, pero de algún modo me giraron para volver al "capataz", acompañados de algunas piñas en las costillas y los riñones para que entrara en razón, lo cual me costó. Entonces, una patada voladora me pegó detrás de las piernas. No hay que caer, no hay que caer. En el piso estoy servido. Pero fue fuerte y lesiva. Hay que agarrarse de lo que sea. Entonces caí hacia adelante y logré agarrarme de algo fácil. El gordo en músculos, aterricé mi cara sobre su camista sudada. Me enderezaron, y las cámaras ya se se bamboleanban como collares de la Polienesia, no importaban tanto. El pasaporte estaba dentro del pantalón con algo de dinero. Tendrían que buscarlo. Entonces, sabiendo que los cascos azules estaban lejos grité '¡Marina, Marina!", para que intentara buscar ayuda o alguien que se apiade. Eran varios. Volvió el murmullo, pero esta vez más claro. Repetían su nombre: Marina. Entonces salieron todos del almacén. Marina, la joven hija del almacenero: Marina, y su padre. 1Ella se llamaba Marina! Primero explicaron los varios grandotes: pensamos que por su aspecto, y como hablaba mal el serbio, era un albanés infiltrado. Un espía vestido de periodista. Esa vez, Marina me salvó la vida.

Cézaro a los dos añitos. Los padres se empeñan en criarnos con amor y a veces devoción, para que uno salga a exponerse en la vida.

viernes, 7 de septiembre de 2012

LAS VIDAS
Nigromante malayo. 1999 El otro día contaba mi madre lo que más recordaba de mi infancia son las veces que me perdí. Una vez, me fui gateando del negocio y aparecí en un arenero de una obra en construcción, jugando, sino seguía de largo. Otra vez, me escapé de la mujer que me cuidaba y fui a parar a la comisaría, donde esperaba en la entrada con un cartelito que decía "este nene se perdió". No faltó la vez del miedo, que me fui y cuando salieron a buscarme, alguien dijo "vi a un hombre que se lo llevaba para allá" .... Pero volví a aparecer.
Luego habré arriesgado por mi cuenta muchas otras veces, siendo grande, todas inconcientemente. Al menos es lo que creo, aún deviendo ser conciente, o responsable.
Una que recuerdo fue la primera vez que subí al Aconcagua. Un novato, éramos tres, pero en Nido de Cóndores quedamos dos, y en Independencia a mi compañero se le congelaban las extremidades. Deliberamos, y como podía bajar solo, se quedó con la única cantimplora de líquido que teníamos. Seguí para arriba, y llegué, parece que nos esperaba una tormenta para el regreso, por eso entendí tarde porque éramos unos pocos ese día. Con un equipo medio primitivo, en cualquier momento algo podía pasar, y un cristal de nieve se metió en mi ojo derecho, y ya no pude ver. Lo habría y solo veía una nube. Lo llevé cerrado. Con el otro había podo para ver tormenta de nieve, nubes y hielo. Hacia la derecha había bajadas en tobogán que facilitaban el descenso. Suaves, apacibles, hermosas, salvadoras. Pero para seguir la ruta verdadera había que ir a la izquierda en el momento indicado, es decir en Piedras Blancas, para llegar a Berlín. El paisaje había cambiado, sobre todo no se veía nada, igual lo que se veía a en subida era distinto que en bajada. Pero no habia caso, de todos modos, se veía a menos de 20 metros. Calculé, o me dije que calculaba. Pero al final, decidí" es aquí.
Del otro lado estaba Berlín. Entré apresurado al refugio, pensando decir que si había muchos, uno más servía para abrigar. Pero había solo un polaco, que luego de querer enchufar el cartucho de gas para cocinarme, él mismo se encargó de hacerme una sopita. Dormí hasta el mediodía siguiente. Solo tuve conocimiento del riesgo cuando me reencontré con mis compañeros de aventura al bajar a Plaza de Mulas. Ahpi festejamos todos.
Rí Ganges, India 1998. Un hombre crema los restos de un pariente.
REVES


Siria 1991

Quiero escribir sueño en francés, pero como no tengo acento circunflexo, quedó: reves. Revés como el que sufrí. Sueño, me despierto sin desvelarme, y sigo soñando, quiero volver a la trama que estaba viajando por mi cabeza sin saberlo. La historia fluía, pero ahora solo me quedan los últimos pasos de mi personaje. No quiero perder el hilo, quiero conciliar el sueño, antes que se corten. Quiero saber qué pasa, no estoy tan seguro de lo que pasa, pero me atrapa la trama.

El kasajo Todos se volvieron desde el control de forntera turco, porque no teníamos visa para entrar en Siria. Aburridos de hacer lo mismo, y aburridos de mi que los fatigué me dejaron pasar, porque quería pasar con mi pasaporte argentino. Los sirios, solo me dijero "Ankara". "'Ankara, Ankara", ya echándome como un perro. Señalando hacia el oeste.
A la vuelta, me encontré con los que volvían, me sumé. Todavía quedaban algunos por embarcar a la capital de Turquía. Volvimos de Ánkara, rumbo a Siria, un día casi de ida y otro de vuelta en ómnibus. Dos argentinos de carambola, turcos, rumanos en las primeras miserias de la década del 90, y un kasajo. El kasajo estaba desesperado, era el único que no tenía visa. Y digamos pasaporte tampoco. El muchacho, con físico de gimnasta abandonado, era un ruso, de aspecto típico eslavo, pelo rubio, rostro liso, labios finos, carácter arrollador, que ahora sin raíces, no tenía donde afirmarse. Era un ex soviético, a quien los kasajos independientes habían echado, le dejaron el pasaporte anulado de favor, quizás con algún amigo de por medio. Quiso ir a Moscú, pero los viejos amigos del padre, murieron o escaparo, si sobrevivieron a la Perestroika. El tipo andaba huérfano por el mundo. Soñaba con ir Estados Unidos. Para ello, quería entrar en Israel, donde esperaba que a pesar de ser ruso y no judío, lo acogieran. Pero antes había que atravesar Siria. Me pidió 100 dólares para tener algo en el bolsillo, por si le pedían mostrar dinero. Los llevó, pero no hizo falta. Esta vez el pasajero sin visa cruzó la frontera. El sueño estaba cerca.

(sobre hechos sucedidos en 1990)

Ahora tengo sueño. De tanto estar acostado, si me muevo rápido me mareo. Siento vértigo. Al principio creí que era un brote subsonciente, pero luego me enteré que es una sensación normal, luego de varios días en esta posición. Son pocas las emociones, fuera de los viajes astrales, la imaginación de las novelas o el séptimo arte. De vez en cuando, me doy una dosis. Giro rápido y cierro los ojos como si estuviera en la montaña rusa. El Ital Park en la almohada.

martes, 4 de septiembre de 2012

OBEDIENCIA

Arriesgarse es perder el equilibrio por un momento. No arriesgarse es perderse a uno mismo. Soren Kierkegaard. Hay que citar a los que saben escribir. A esta altura, nos dedicamos a coleccionar algunos aforismos.
Trompe d'oeil, Faro de Quequén, 1996.

Estaba todo planificado, marcar el tronco de un lado, marcarlo del otro, y por su propio peso, o con ayuda desde abajo, la copa se iba a truncar. La sierra avanzaba, el tronco la apretaba. Un poco más, la copa no cae, y el tronco parece más duro de este lado. ¿Más duro de este lado? No puede ser. Mientras tanto, un poco más. Se puede caer, pero un poco más. No llegué a ver la copa, pero el tronco empujó de golpe. Desobedecí el plan. No hay tiempo para improvisaciones, no hay plan B. El plan era cauteloso, por eso no tenía otro plan. ¿qué pasaría? No lo sé, nunca lo supe. Pero alguien tenía otro plan por mi. Para mi. Me resguardó. Aparte, mi cuerpo cayó según las leyes de la gravedad.


Sacro parco di Bomarzo, 2012.

domingo, 2 de septiembre de 2012

IL SEGRETO

El mejor secreto es el que no se cuenta. Me dijo mi madre cuando era chico, tenía razón y lo practiqué hasta que pensé otra cosa. El principio sigue guardado, es un hábito y no lo hago ya adrede, porque luego vi que el mejor secreto es el futuro. Lo que pasará después de este segundo no lo sabemos. Lo podemos planear, puede ser que pase lo de siempre, o lo lógico (que a menudo es distinto), y hasta puede ocurrir lo que la probabilidad y estadística matemática predijeron. Pero la cierto es que no sabemos lo que ocurrirá más tarde, mañana, en el futuro.

Qairouan, Túnez, 1996.

Tenía otro plan. Para estos días, para ese día, para el futuro. Pero un segundo, o menos basta para torcer el camino de una vida. Otras veces, pasamos toda la vida sin poder torcerla, y llevarla por el camino que queremos.

Como solía decirme Marina cuando la conocí: "sos el antihéroe". Creo que fue eso lo que me sedujo, porque me entendía y quien sabe si porque me gustaba jugar de eso, como si fuera wing izquierdo, contra la pared de la línea lateral, escondido, allá lejos, en el fondo de la cancha.

Por fin, encontré una respuesta que dió el escitor Niccolò Amaniti, luego de presentar su libro Io nono ho paura. A mi todo lo que tiene que ver con la infancia me atrae, como una forma de resistir la madurez. Pero ese libro, que habíamos comprado luego de casarnos en Filandari, Calabria, me había atrapado. Io ho un problema con gli eroi in generale: non mi piacciono. Non amo l'eroe buono, positivo, nemmeno quello mitologico che incarna in sé la morale, la giustezza della vita. Gli unici che mi piacciano sono i bambini perché sono inconsapevoli di esserlo e quindi possono "incarnare" un problema etico e nello stesso tempo risolverlo attraverso l'intuizione e il cuore. dijo Niccolò. Después, exagerado vi la película que en Argentina se llamó El secreto, y llevé a mis sobrinitos, aún cuando tenía 4 y 6 años. Todavía hoy trato de resolver muchos problemas con la intuición que me marcan mi sentir, por encima de la razón. Es todo un secreto.
Fez, Marruecos, 1994.