viernes, 7 de septiembre de 2012

REVES


Siria 1991

Quiero escribir sueño en francés, pero como no tengo acento circunflexo, quedó: reves. Revés como el que sufrí. Sueño, me despierto sin desvelarme, y sigo soñando, quiero volver a la trama que estaba viajando por mi cabeza sin saberlo. La historia fluía, pero ahora solo me quedan los últimos pasos de mi personaje. No quiero perder el hilo, quiero conciliar el sueño, antes que se corten. Quiero saber qué pasa, no estoy tan seguro de lo que pasa, pero me atrapa la trama.

El kasajo Todos se volvieron desde el control de forntera turco, porque no teníamos visa para entrar en Siria. Aburridos de hacer lo mismo, y aburridos de mi que los fatigué me dejaron pasar, porque quería pasar con mi pasaporte argentino. Los sirios, solo me dijero "Ankara". "'Ankara, Ankara", ya echándome como un perro. Señalando hacia el oeste.
A la vuelta, me encontré con los que volvían, me sumé. Todavía quedaban algunos por embarcar a la capital de Turquía. Volvimos de Ánkara, rumbo a Siria, un día casi de ida y otro de vuelta en ómnibus. Dos argentinos de carambola, turcos, rumanos en las primeras miserias de la década del 90, y un kasajo. El kasajo estaba desesperado, era el único que no tenía visa. Y digamos pasaporte tampoco. El muchacho, con físico de gimnasta abandonado, era un ruso, de aspecto típico eslavo, pelo rubio, rostro liso, labios finos, carácter arrollador, que ahora sin raíces, no tenía donde afirmarse. Era un ex soviético, a quien los kasajos independientes habían echado, le dejaron el pasaporte anulado de favor, quizás con algún amigo de por medio. Quiso ir a Moscú, pero los viejos amigos del padre, murieron o escaparo, si sobrevivieron a la Perestroika. El tipo andaba huérfano por el mundo. Soñaba con ir Estados Unidos. Para ello, quería entrar en Israel, donde esperaba que a pesar de ser ruso y no judío, lo acogieran. Pero antes había que atravesar Siria. Me pidió 100 dólares para tener algo en el bolsillo, por si le pedían mostrar dinero. Los llevó, pero no hizo falta. Esta vez el pasajero sin visa cruzó la frontera. El sueño estaba cerca.

(sobre hechos sucedidos en 1990)

Ahora tengo sueño. De tanto estar acostado, si me muevo rápido me mareo. Siento vértigo. Al principio creí que era un brote subsonciente, pero luego me enteré que es una sensación normal, luego de varios días en esta posición. Son pocas las emociones, fuera de los viajes astrales, la imaginación de las novelas o el séptimo arte. De vez en cuando, me doy una dosis. Giro rápido y cierro los ojos como si estuviera en la montaña rusa. El Ital Park en la almohada.

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